Y entonces le pregunte al secretario general si no era el momento de crear un tribunal de crimenes de guerra (article de Robert Fisk)

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Y el señor Ban dijo que no iba a ser él quien crease un tribunal de este tipo. Fue patético.

Es un cambalache, pan comido, un alto el fuego puntual de Israel para facilitarle a Barack Obama una toma de posesión limpia de polvo y paja, y todo el mundo esté pendiente de las calles de Washington en lugar de las ruinas de Gaza. Condi y la Sra. Livni consideraron que su nuevo acuerdo de control de armamento –firmado sin la participación de un sólo árabe– funcionaría. Ban Ki-moon acogió positivamente la tregua unilateral y la gente importante se reunió en una cumbre en Sharm el Sheik. Todo ello sin consultar a Hamás, lo que añadió, por supuesto, algunas arrugas al plan. En primer lugar, antes de declarar su propio alto el fuego, Hamás lanzó algunos cohetes más sobre Israel, probando que el primer objetivo de la guerra –poner fin al lanzamiento de cohetes– había sido un fracaso. Más tarde, El Cairo se desentendió del acuerdo porque no iba a permitir que nadie instalara sistemas de vigilancia electrónica en suelo egipcio. Y ninguno de los líderes europeos que viajaron a la región sugirió que se pudiera ayudar a los sobrevivientes si se ponía fin al bloqueo de alimentos y combustible de Gaza por parte de Israel, la UE y EE UU.

Después de matar a centenares de mujeres y niños, Israel era de nuevo el bueno de la película al declarar un alto el fuego unilateral que Hamás iba a romper, sin duda. Pero el martes Obama sonreiría. ¿No era ésta, después de todo, la razón de por qué Israel de repente deseaba una tregua?

Las objeciones de Egipto pueden ser puro teatro: EE UU gastó 18 millones de libras (aprox. 20 millones de euros) en dar formación a las fuerzas de seguridad egipcias sobre cómo poner fin al contrabando de armas en Gaza, y dado que EE UU es quien sostiene la economía de Egipto, hace la vista gorda a la corrupción del régimen y sigue dando respaldo a Hosni Mubarak, no cabe duda de que se obtendrá un compromiso en poco tiempo.

Y Hamás perdió sus garras. Los espías de Israel en Gaza informaron de la situación de sus hogares y escondrijos, y el gobierno de Gaza se debe de estar preguntando si van a ser capaces algún día de acabar con estas redes de espionaje. Hamás pensó que su milicia era como Hezbolá –un grave error– y que el mundo vendría en su ayuda. El mundo –pero no sus pomposos líderes– ha sentido una enorme piedad por los palestinos, pero no por los cínicos dirigentes de Hamás que dieron un golpe en Gaza, en 2007, que produjo la muerte de 151 palestinos. Y, como de costumbre, los líderes europeos se mostraron lamentablemente alejados del estado de opinión de sus electores.

Y además se ha olvidado completamente la historia. Los cohetes de Hamás eran la reacción al bloqueo de alimentos y combustibles. Israel violó la propia tregua de Hamás el 4 y el 17 de noviembre. Se olvidan del hecho de que Hamás ganó las elecciones de 2006, si bien Israel ha matado ahora a buen número de los elegidos.

Y les quedará poco tiempo a los pacificadores de Sharm el Sheik para reflexionar sobre las tres escuelas de las Naciones Unidas que fueron atacadas por los israelíes y la matanza de civiles dentro de ellas. Pobre Ban Ki-moon. Intentó hacerse oír poco antes del alto el fuego, cuando dijo que las tropas de Israel habían cometido atrocidades y que debían ser castigadas por los asesinatos de la tercera escuela. Vana esperanza. En una conferencia de prensa que dio en Beirut, confesó que ni siquiera había recibido una llamada de queja del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores.

Fue patético. Cuando pregunté al señor Ban si pensaba en la posibilidad de crear un tribunal de las Naciones Unidas para los crímenes de guerra cometidos en Gaza, dijo que no le correspondía a él determinarlo. Pero sólo unos pocos periodistas se molestaron en escucharlo, mientras sus funcionarios recogían y plegaban rápidamente la bandera de las Naciones Unidas que había sobre la mesa. A tiempo, también. Recuperemos la Sociedad de Naciones. Todo está personado.

Lo que nadie percibió –ni los árabes, ni los israelíes, ni los portentosos representantes europeos– es que la reunión de Sharm el Sheik del domingo pasado coincidió con el 90 aniversario –día por día– de la inauguración de la Conferencia de París de 1919 que dio nacimiento al moderno Oriente Próximo. Uno de los temas principales ese día fue las fronteras de Palestina. Y de ahí siguió el Tratado de Versalles. Y ya sabemos lo que sucedió después. El resto es historia. Que entren los fantasmas.

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